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Semana Santa de Lima Peru
Semana Santa en Lima y Cañete
SEMANA SANTA EN LA LIMA ANTIGUA |
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Con la llegada de los españoles al Perú, esta costumbre, al igual que muchas otras, se trasladó al Perú y caló muy pronto en el espíritu del hombre andino, no sólo asimilándola sino también dándole un sabor muy característico, ejemplo de ello son las diferentes manifestaciones de estas fiestas en todo el territorio. En el caso de Lima, las celebraciones se llevaban por todo lo alto y se preparaban desde el Miércoles de Ceniza que marcaba el fin de los tres días de desenfreno de los Carnavales y el inicio de un periodo de arrepentimiento y ayuno: la Cuaresma, ocasión para múltiples procesiones y manifestaciones de piedad cristiana, como la procesión de la Penitencia de Cuaresma que salía de Santo Domingo o la procesión de la Amargura, que incluso sirvió para denominar así a todo el actual Jr. Camaná, en cuyos paredones de su última cuadra -hacia la Recoleta- estaban pintados los pasos de la Pasión. Domingo de Ramos
Desde la mañana acudía la gente a misa también llamada de Ramos, por las muchas flores que cubrían los altares y porque se regalaban ramitas de palma y olivo bendecidas, las cuales servían para seguir la procesión. Era familiar también los pregones de los cholos de Corongo, que ofrecían sus golosinas en su media lengua de castellano y quechua, causando gran alboroto en la chiquillada: al buen pan de dulce de regalo; uva blanca, zambita y mollarita, pera-perilla, lúcuma y helados de leche, piña. En las bocacalles de la Plaza, carruajes descubiertos de familias adineradas; negras sahumadoras saturaban el ambiente con humo del incienso; los niños querían ver el traje de Zaqueo y sus padres los subían a sus hombros. La vuelta alrededor de la Plaza se hacía dentro de un marco de esplendor formado por luces que se destacaban por todos lados, rutilando al compás de la música. En los balcones del anterior Palacio Arzobispal aparecía el Arzobispo rodeado de canónigos, para impartir la bendición episcopal. Hasta los más palomillas se sabían al dedillo los misterios gozosos, dolorosos y gloriosos con sus letanías, padrenuestros y avemarías consiguientes. Toda la semana, a la hora en que el Ángel del Señor anunció a María, los muchachos se sentaban por lo general alrededor de una de las abuelas con misal y rosario en ambas manos, para iniciar el rezo. En seguida del rosario, el lunes la explicación sobre el Paso de la Cena; el martes la Oración del Huerto, y el miércoles la Prisión. JUEVES SANTO El jueves, estos ejercicios tomaban un cariz más solemne. Se celebraba la última misa de Pasión y había que confesarse y comulgar obligatoriamente. Después, chocolate con pan de dulce para el desayuno y de ahí hasta el almuerzo, que consistía por lo común, según cuentan los antiguos, en una buena sopa de yuyos con bonito. En este día, también a partir de las doce, cambiaba por completo el aspecto de la ciudad: teatros y cantinas cerrados, tránsito paralizado, los trenes no tocaban pitos ni campanas, no se escuchaban ruidos de ninguna clase. Según se cuenta, allá por 1906, en la época del presidente José Pardo, se sirvió uno de esos almuerzos, cuyo menú fue confeccionado por monjas de conventos famosos: cebiche de corvina, por Santa Clara; chupe a la limeña, por la Concepción; arroz con conchas atamalado; por Santa Catalina y torrejitas, el cronista no recuerda de qué, por la Encarnación. Dulces y frutas al escoger, rociado por discreta cantidad de vino.
Luego, a dormir temprano para levantarse el domingo a la Misa de Resurrección de las 4 de la mañana en San Francisco, que concluía con la Procesión del Señor Resucitado precedido de San Juan Evangelista. Buena parte de los asistentes a la procesión, que servía además como refugio a los trasnochadores, se iba por las calles de Lima en busca de buen desayuno, apuntando las narices hacia los sitios donde más rico olor a tamales y chicharrones despedía y que quedaban en las calles Santo Toribio (2a. de Lampa), Arzobispo (2a. de Junín), Polvos Azules (Jr. Santa) y Pescante (1a. de Camaná). Sobre todo esta última, famosa por sus cocinerías criollas, siempre llenas de comensales alegres y aficionados al buen plato y a la chicha. Atraía también su infaltable música jaranera.
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SEMANA SANTA EN CAÑETE |
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Durante dos horas un total de 200 personajes entre artistas, profesionales, amas de casa y pueblo en general personifican los pasajes más importantes de este drama, como el Ingreso de Jesús a Jerusalén montado sobre un asno, La Ultima Cena, Juicio Religioso, Negación de Pedro, desesperación de Judas, El Rey Herodes, Camino al calvario, Crucifixión, Muerte y Resurrección de Jesús, todas las escenas se desarrollaran en los ambientes del santuario de la Virgen Madre del Amor Hermoso (Km. 144 de la carretera Panamericana Sur) el cual ha sido construido con las características y condiciones necesarias para la representación además de contar con los efectos sonoros y de luces que dan realidad a la representación. El personaje que representa a Jesús es elegido luego de una ardua selección y la obra cobra gran aceptación entre los visitantes y turistas que acuden a esta cuidad por las celebraciones de semana santa. Fernando Zavala Erce
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