Aquí les comparto 10 razones poderosas por las que casarse a una edad temprana es en realidad una buena decisión.
1. Lo primero es lo primero, no existe el momento perfecto. El matrimonio es una gran decisión y todavía estarás tan despistado cuando tengas cuarenta años como ahora. Nunca llegará un momento en el que sientas que estás «preparado para ello». Esperarlo solo te hará perder lo que podrías tener ahora mismo. Si ya has encontrado a la persona adecuada, tal vez sea el momento de dar el paso.
2. Cuando te casas temprano, no hay presión para tener hijos en el futuro cercano. Los primeros años del matrimonio se pueden pasar en la dicha sin ninguna presión indebida por tener hijos, ya que queda un largo camino por recorrer antes de que el reloj biológico de su esposa comience a correr. Puede viajar todo lo que quiera y vivir la vida «joven», de la forma que desee. Casarse a finales de los veinte le quita esa libertad.
3. Lo admitas o no, los veintes son los años más emocionantes de la vida. Una vez que se ha ido, nunca vuelve. Quieres que tu pareja también sea parte de esa fase gloriosa de tu vida. Casarse temprano abre un mundo completamente nuevo para la pareja en el que descubren cien cosas nuevas todos los días, juntos. Tu primer viaje al extranjero, tu primer día en el trabajo de tus sueños, el día que compras tu primer auto, quieres experimentarlo con la mujer que amas, ¿no es así?
4. No hace falta decir que las lunas de miel son mucho más divertidas cuando eres joven. Puedes salir de fiesta y darte un chapuzón, puedes emprender una caminata de un día, no tienes que preocuparte constantemente por ‘actuar según tu edad’; es como volver a salir de viaje con tu ‘novia’. . Es nervioso y emocionante.
5. ¿Recuerdas cómo tu papá te cargaba sobre sus hombros todo el tiempo cuando eras niño y cómo fue tu primer mejor amigo? Todo padre o madre quiere darles a sus hijos la misma infancia. Quieres ser quien le enseñe a tu hijo o hija a jugar, a montar bicicleta. Quieres ser su superhéroe o su ejemplo. Y eso no puede suceder cuando eres un hombre o mujer de mediana edad con una barriga abultada o con pocas energias por la vida transcurrida y las responsabilidades. ¡Quieres ser el «papá o mamá joven» con el que a tus hijos les encanta jugar!
6. Terminar una profesión, mantener la casa, brindarle a tu familia lo mejor de todo no es tarea fácil. Tener que cuidar a tus hijos incluso después de jubilarte de tu trabajo lo empeora. No querrás estar luchando toda tu vida. Lo ideal es que tus hijos tengan la edad suficiente para cuidar de sí mismos cuando te jubiles por el bien de la estabilidad financiera del hogar, y eso es muy poco probable cuando te casas después de los treinta.
7. Eres más adaptable y te adaptas fácilmente cuando eres joven. Hay más posibilidades de que tu matrimonio funcione cuando son tolerantes y comprensivos el uno con el otro. Una vez que tus virtudes , defectos, manías, costumbres etc se haya arraigado y hayas resuelto todo por tu cuenta, se te hará difícil hacer concesiones y que alguien más se adapte a ti.
8. Cuando te casas, alcanzas la mayoría de edad. Te vuelves responsable a una edad considerablemente joven, lo que no solo se refleja en tu vida matrimonial, sino incluso en tu carrera. Ya no vives una vida de sueldo a sueldo. Tus ahorros tienen un gran impulso. Las decisiones que tomas ya no son miopes y aprendes a lidiar incluso con las situaciones más difíciles de la vida. Y lo que es más, tienes un apoyo constante a tu lado todo ese tiempo.
9. Los padres más jóvenes son padres más geniales. No solo serías un mejor padre para tus hijos, ellos confiarán en ti como el padre que los «entiende». La brecha emocional entre un padre y un hijo se cierra mucho más rápido y te conviertes en sus amigos.
10. Hay momentos en los que los matrimonios salen terriblemente mal y no hay nada que puedas haber anticipado. Un matrimonio temprano te da muchas más oportunidades no solo de trabajar en la relación, sino también de salir de ella y comenzar de nuevo en caso de que falle. Puede que no sea lo más agradable de escuchar, pero dicho y hecho, no hay nada en el mundo que pueda asegurar el éxito de un matrimonio.
